martes, 9 de agosto de 2011

DESEMPLEO EN LAS JÓVENES: ¿POR QUÉ EMIGRAN LAS MEXICANAS?
Carmen R. Ponce Meléndez

El desempleo femenino del país se compone fundamentalmente de jóvenes, mas de la mitad  (62.3 por ciento), sesis de cada diez mujeres desempleadas son jóvenes –entre doce y veintinueve años-, el punto más álgido se ubica en el grupo etario de  20-24 años .Cifras del Censo Nacional de Población y Vivienda 2010, INEGI.
Cuatro de cada diez mujeres tienen entre 12 y 29 años,  41.8 por ciento de la población femenina del país se encuentra en esos rangos de edad; cotidianamente  enfrentan violencia económica, social, laboral o familiar y forman parte de la línea de pobreza.
Al analizar este desempleo femenino en el ámbito regional se encuentra que nueve Estados son los más representativos porque concentran 57.2 por ciento de la desocupación femenina y el 54.3 por ciento del que se genera en ese grupo de edades; su nivel de desempleo se compone esencialmente de mujeres jóvenes y niñas, en promedio  este tipo de desempleo representa  62.2 por ciento.
Los casos más representativos corresponden a Nuevo León y Guanajuato (67.5 y 67.1 puntos porcentuales, respectivamente) y el puntaje más bajo está en el Distrito Federal.
El caso de Guanajuato está muy asociado a la industria del cuero y del calzado donde es frecuente el trabajo a domicilio, así como a la maquila que ha sufrido los efectos de la crisis y que emplea mano de obra femenina.. En ambas entidades el mayor desempleo se ubica en el grupo etario de 20 a 24 años, como en la tendencia nacional.
Excepto el Distrito Federal cuya actividad principal son los Servicios en las demás entidades es significativa la presencia de la industria maquiladora de exportación, que sigue siendo una fuente de empleo femenino muy importante y que está ligada a la crisis internacional..
Posiblemente una de las explicaciones sobre el bajo índice de trabajo -en este caso de desocupación-, en las niñas de 12 a 14 tiene que ver con el hecho de que son Estados cuya actividad principal no es la agricultura donde lo “normal” es el trabajo infantil. Pero con esa misma consideración en términos relativos es muy grave que se registre 1 por ciento de trabajo infantil femenino.
De acuerdo a estas cifras podría concluirse que resolviendo en términos cuantitativos el desempleo de las jóvenes en estas nueve entidades se solucionaría más de la mitad del problema de desempleo en mujeres. Sin contar con que el impacto sociocultural se multiplicaría.
Pero hay otro enfoque más constructivo, conservar por mayor tiempo en la vida escolar a las jóvenes y niñas, retrasando su ingreso al mercado laboral y que cuando éste se realice cuenten con más herramientas, se capitalicen física y emocionalmente.
Claro que eso conlleva niveles de salario dignos para trabajadoras y trabajadores y una menor concentración del ingreso, actualmente el índice Gini que mide la desigualdad es de 51.0, mientras más lejos esté del cero mayor es la desigualdad. El problema es de pobreza y desigualdad, ampliamente feminizada.
Obviamente las jóvenes que se emplean en el mercado laboral sin contar con preparación técnica o académica tienen empleos  precarios, esto se debe en buena medida a que la mayoría de éstos se generan en micronegocios o Pymes, trabajo poco calificado y en la informalidad.
El empleo o desempleo en las niñas de 12 a 14 años debe analizarse en forma especial, como trabajo infantil. Especialmente si en las estadísticas aparece el rango de 12 a 14 años como desempleo.
En la revisión que se hizo de este fenómeno en los Estados más representativos por su nivel de desocupación femenina, se encontró que el porcentaje más amplio lo tienen Chihuahua, Estado de México  y Guanajuato con 32, 20 y 12  por ciento, respectivamente.
Quizás aquí la única sorpresa sea Guanajuato, porque en el caso de las otras dos entidades es ampliamente conocida su problemática socioeconómica, particularmente para las mujeres. Chihuahua tiene la cifra más alta de mortalidad infantil en la edad de 0 a 4 años y los índices de violencia y feminicidio más altos.
La legislación laboral mexicana y la propia Constitución en su Artículo 123, apartado “A”, fracción III,  estable que es permitido laboral a los mayores de catorce años y que los menores de dieciséis años tendrán una jornada máxima de seis horas. Por su parte la Ley Federal del Trabajo recoge este precepto Constitucional en sus artículos: 5, 22, 173, 174, 175, 176, 177, 178, 179, 180, 191, 267, 541, 988 y 995.
Es importante resaltar que México no suscribió el Convenio 138 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Este Convenio establece como edad mínima de admisión en el empleo la que no deberá ser inferior a la que cesa la obligación escolar o en su caso 15 años; este Convenio incluye a todos los países de América Latina y el Caribe, excepto México.
Tanto OIT como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe  (Cepal), consideran como trabajo infantil de 0 a 17 años, de tal forma que este desempleo femenino de México  que va del rango de 12 a 17 años bien podría considerarse como parte del trabajo infantil, porque lo más grave es que ya trascendieron a la categoría de “desempleadas.
La violación de la Constitución y de la Ley Federal del Trabajo en materia de trabajo infantil es recurrente. Cuatro de cada diez niños de 0 a 17 años están en condiciones de pobreza, porque son insuficientes los ingresos en sus hogares.
Es muy extraño, cuando una niña de 16 años tiene un hijo es una madre-niña, pero si esa misma niña tiene una jornada de 12 horas, sin contrato escrito, con un salario de tres o cuatro mil pesos mensuales; sin prestaciones, sin opciones de jubilarse, capacitarse, educarse  o crecer laboralmente, entonces ya es considerada una mujer.
EN MÉXICO, ¿QUÉ SIGNIFICA SER DESEMPLEADA?
No se cuenta con seguro de desempleo, es perder el derecho a la salud y a la educación y muchas veces, perder la dignidad, vivir en la pobreza. Según el Sistema Nacional de Información en Salud son las jóvenes de 15 a 24 años las que carecen de servicios de salud y de seguridad social.
Otra forma de medir el impacto de este fenómeno es a través de la relación de dependencia (RD), este indicador se refiere al número de personas en edades dependientes por cada cien personas en edades productivas. 
De tal manera que si una mujer en edad productiva está empleada, conforme al indicador nacional de relación de dependencia que es de 62.3 por ciento, seis personas dependen de su ingreso y al revés, si pierde su empleo el número de personas afectadas está determinado por ese índice. La relación es directamente proporcional, a mayor relación de dependencia es igual será el número de personas afectadas por el desempleo
Los Estados con los niveles más altos de relación de dependencia son: Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Zacatecas y Guanajuato, los que su índice está por debajo del nacional son: Nuevo León, Distrito Federal y Tamaulipas, entre otros.
Esto permite concluir que el crecimiento del desempleo femenino se ubica en el ámbito urbano, en parte porque en las áreas menos urbanizadas existe un volumen considerable  de trabajo no remunerado para las mujeres, como en las actividades agrícolas, donde el trabajo infantil también es muy amplio y no está remunerado.
Con excepción de Guanajuato este desempleo de jóvenes y niñas no se localiza en Entidades típicamente expulsoras de mano de obra y emigrantes como Michoacán, Guerrero y Oaxaca. Tampoco son estados eminentemente agrícolas, pero sí lugares con altos niveles de violencia para las mujeres y con ruptura del tejido social, es el caso de Tamaulipas, Chihuahua, Estado de México o Nuevo León.
En buena medida eso explica que aunque las jóvenes están en la cresta del desempleo la emigración internacional todavía no está feminizada, pero esa es la tendencia en el corto plazo sino se aplican medidas correctivas como la generación de empleos dignos; las mujeres tendrán que defender su derecho a NO emigrar.
Resulta interesante observar que las y los inmigrantes mexicanos que trabajan en Estados Unidos provienen de esos Estados donde es más alta la relación de dependencia (RD), por lo consiguiente el efecto que tienen las remesas es más significativo
De acuerdo a cifras del Censo Nacional de Población y Vivienda 2010 la emigración internacional femenina representa el 33.6 por ciento del total, cuatro de cada diez mujeres emigrantes está en el rango de edad de 15 a 24 años, justo la edad en que se concentra el desempleo femenino. 
Diez son las entidades de donde procede esta emigración, concentran el 58.0 por ciento (ver gráfica 4) y en cuanto al desempleo juvenil femenino los que coinciden son: Distrito Federal, México, Chihuahua y Guanajuato.
Los motivos de emigración básicamente son dos: reunión con la familia y económicos (desempleo y precarización del mercado de trabajo, especialmente del salario).
A partir de finales de la década de los noventa las investigaciones del Colegio de la Frontera Norte permitieron establecer el crecimiento de la emigración femenina y que ésta ya no se realizaba exclusivamente para reunirse con la familia, sino fundamentalmente por motivos económicos, actualmente ésta es la razón determinante
El motor fundamental de la emigración es la pobreza, provocada por el desempleo y lo precario de los salarios. En el ámbito rural 8 de cada 10 trabajadores y trabajadoras perciben mensualmente de 0 a 2 salarios mínimos (aproximadamente 299 dólares mensuales).
En el ámbito urbano 5 de cada 10 trabajadores ganan este salario y en el caso de las mujeres son 6 de cada 10 trabajadoras (cifras de la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares 2010, INEGI).
Desde luego que el motivo de reunión familiar continua, pero aún ahí está incluida la búsqueda de empleo y un mejor nivel de vida. En este punto las redes familiares y de “paisanos o paisanas” juegan un rol fundamental.
Es el caso de entidades como Oaxaca, Puebla, Michoacán y Jalisco que muestran una alta emigración femenina.
Las razones por las que a pesar de que el desempleo juvenil femenino es muy amplio y la emigración no corresponde en la misma dimensión son varias. Tienen que ver con los graves riesgos que experimentan las mujeres al emigrar, además  ellas son las que se quedan al cuidado de la casa y los niños, también influyen las ataduras culturales y familiares.
Tratar de explicar la problemática socioeconómica o cultural que viven las jóvenes de hoy en el país requiere de un esfuerzo multidisciplinario, la óptica del empleo/desempleo o la vida económica permiten cierto avance, pero  a todas luces es insuficiente.
Desde una visión amplia la inserción de la mujer en el mercado de trabajo está marcada por la precariedad –discriminación, subordinación, desventaja y desigualdad-, no obstante su amplia participación de más del 40 por ciento en la vida económica nacional, estas condiciones precarias se recrudecen considerablemente en niñas y jóvenes.
La alternativa sigue siendo luchar por políticas públicas con perspectiva de género, en educación y salud para niñas y jóvenes. Para las trabajadoras, derecho al empleo digno que abarque: empleo y salario de calidad; seguridad social; derechos laborales y representación democrática de las trabajadoras.
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